Puede que la temporada de fiestas nos deje a todos un poco agotados: rompemos las rutinas, comemos alimentos bastante distintos y en general es muy fácil caer en excesos… Pero ¿cómo queda nuestra salud mental luego de compartir mucho tiempo en familia?
Para muchos y en este grupo me incluyo, la familia es un tesoro… pero hay personas para las que su familia en vez de ser un remanso y refugio puede ser todo lo contrario. Independientemente de cuál sea tu situación y tu posición al respecto de este tema, hablemos hoy sobre cómo podemos ser el cambio que deseamos ver en nuestras familias.
Es posible trabajarnos para romper patrones y ciclos, solo que esto requiere de esfuerzo, madurez y voluntad. ¿te atreves a hacer este trabajo?
Comencemos por decir que, aunque seamos familia, podemos – y es sano- establecer límites. Puedes decidir qué compartes con tu familia y qué nivel de acceso puede tener una persona hacia ti. No tienes por qué sobrecargarte o verte sumergido en una relación tóxica solo porque esa persona “es familia”.
La lealtad ciega y sin consciencia sumerge a las familias en el caos y la disfuncionalidad. Si tienes que estar en desacuerdo con algún miembro de tu familia, manifiéstalo, pero siempre desde el respeto. Recuerda, en todos los grupos familiares hay desacuerdos y no es necesario mantener una imagen de perfección irreal que haga parecer que todo marcha bien.
No escogemos nuestros lazos de sangre, pero sí podemos escoger con quienes compartimos nuestra vida. Los amigos pueden convertirse en familia, cuídalos, valóralos y atesóralos pues la vida son los instantes que compartimos y llenan nuestra alma de gozo.
¿Y si la situación se complica? Puedes romper lazos con cualquier miembro de tu familia si éstos se convierten constantemente en una fuente de daño para ti. Establecerte a ti mismo como prioridad, jamás te hará ser una mala persona.
Y por último me gustaría tocar un punto en el que conversé en consulta hace una semana con un paciente: cuida y atiende las necesidades de tu familia inmediata (cónyuge, hijos, etc.) por encima de las necesidades de otros miembros de la familia sin sentirte mal o culpable.
Anímate a romper ciclos, a ser diferente. A construir relaciones desde la consciencia y en pro de tu salud mental.
Espero que esta información te sea útil para tus procesos… Recuerda que la convivencia puede ser compleja y tener sus momentos retadores, trata en lo posible de ser compasivo y benevolente contigo mismo y con aquellos que forman parte de tu familia.
Te envío un abrazo cargado de luz. Recibe todo mi cariño; Claudia.