Este fue el primer viaje terapéutico de larga duración. Lo que lo hace una experiencia única e inolvidable. Durante un mes completo, un grupo de 6 mujeres valientes y comprometidas decidieron adentrarse en las profundidades de Asia y visitar los lugares más sagrados de este continente. Nos alojamos en confortables hoteles y spas pero, también experimentamos la exuberante naturaleza de la India. Vimos el tigre de Bengala en su propio hábitat, conocimos la paz y el silencio profundo de Bután y visitamos los templos de Nepal antes de que fueran destruidos por el terremoto que afectó esa región años después.

El coraje no es medido por qué tan arriesgado eres físicamente, sino por el corazón y la confianza que le das a la vida.

El viaje al Perú marcó el camino de todas las que viajamos a esta aventura juntas. Nos encontramos con la profundidad del Perú ancestral y mítico. Caminamos el ‘Camino del Inca’ y visitamos Machu Pichu. Lo que vivimos en ese maravilloso lugar pasó a ser parte de nuestra alma, pues nos conectamos profundamente con la energía femenina de la madre tierra, “la Pacha Mama”. La impresionante construcción arquitectónica de Machu Pichu, la majestuosidad del lugar, la tradición y conexión profunda entre quienes hacen este camino y la naturaleza, las maravillosas instalaciones hoteleras y la rica oferta gastronómica del Perú hicieron de este viaje, una experiencia inolvidable.

Fue el grupo más grande que he manejado: 22 personas, hombres y mujeres desde los 25 hasta los 70 años, compartiendo El Camino desde sus diferentes experiencias de vida. Salimos desde Madrid en autobús hasta Astorga en León y desde allí comenzamos a caminar hacia Santiago de Compostela con el objetivo de llegar a la Catedral y luego al Finisterre – en otra época considerado “el fin del mundo”. Un viaje profundamente transformador gracias a una energía que emanaba de la tierra y que nos hacía superar cada día el cansancio físico.