Un adulto promedio invierte más de 30 minutos de su día revisando y haciendo scrolling en la aplicación de Instagram. En la era de la inmediatez, en la que todo se debe compartir, todo se debe comentar: ¿Qué guardas para ti?
¿Eres capaz de vivir en el presente y saborear el ahora?, ¿eres de los que busca compartir absolutamente todo lo que experimenta?
Muchas veces caemos en la trampa del mundo 2.0, en el que vemos vidas perfectas: imágenes curadas tomadas desde los mejores ángulos, casas bellísimas sin caos diario, cuerpos tonificados, hasta mascotas perfectamente entrenadas…
Las pantallas disparan la respuesta de dopamina de nuestro cerebro, a través de éstas obtenemos placer de una forma fácil y rápida. Podríamos decir que son actividades un tanto inútiles que nos generan placer inmediato.
Aunque estas actividades están completamente normalizadas y aceptadas, nos hacen adictos al consumo y dañan todos nuestros receptores de dopamina. Al no estar cerca de una pantalla o al estar consumiendo contenidos pueden desatarse ansiedad y otros síntomas típicos de una adicción. No estamos hechos para estar tan expuestos los elevados niveles de placer que nos ofrece el mundo digital y el mundo actual.
Qué importante es hacer consciente que no es necesario que compartamos todo a través de una pantalla. Cultivar nuestro mundo interior para hacer esto una realidad marcará una diferencia en nuestra vida…
Protege tu energía, protege tus experiencias, construye y establece límites sanos en cuanto al tiempo que inviertes en determinadas actividades. Esto también aplica para planes, metas e ideas. Esta practica es maravillosa y poderosa no solo para subir tus niveles de consciencia, proteger tu energía – el activo más valioso que tienes- y las experiencias que a diario vives.